¿Y este cartel? No puede ser… Una cicloturista de chicas en Ciudad Real, increíble. ¡Bah, estaremos cuatro gatas! Pero bueno, yo me apunto por si acaso. Inicio, barra de direcciones…Blog Lamariprao… clic ¡Jolín, 48 mujeres y 12 hombres! ¡Aquí hay alguien que está gastando una bromita! Clic ¡Ahí va! ¡68 mujeres y 20 hombres! ¡Imposible, si no hay tantas chicas que monten en bici! Clic ¡Madre mía…118 mujeres y 30 hombres! ¡Esto va a ser la pera! Clic ¡146 mujeres y 45 hombres…más quien se apunte mañana! No puedo esperar... ¡Va a ser una pasada!
Desde luego hay días que a quien ha urdido todo esto se le va la olla, se suelta la melena y nos regala días como el domingo pasado. Fuimos apareciendo, contentas y puntuales. Orgullosas y agradecidas. De muchas edades, de varios lugares, buscando color y poniendo la pincelada. La marcha fue tranquila y pausada, le fuimos buscando las cosquillas a la solemnidad del paisaje manchego y hasta Calatrava parecía más dicharachera y menos Vieja. El Puente de Hierro también nos recibió coquetón y hecho un mozalbete con el truquillo de las vallas para que te pares a mirar. Me intenté poner en el lugar de quien veía todo aquello por primera vez. Muy maja la gente que conocí en el camino, llenas de entusiasmo, un filón de energía renovable, un regalo sin sorteo. Por esa razón creo que debo contarlo…Sí, sería una traición callarme… Tengo que advertirlo…Debéis saber que…
Existen cosas que una comprende sobre sí misma mucho antes de saber incluso cómo explicarlas. Yo lo supe pronto y lo llevé conmigo, enmarañado entre todo lo demás. Sí, lo había visto en el cine, en la tele y en el extranjero, pero una gran zozobra me invadió cuando las vi en mi ciudad, aladas, ingrávidas y orgullosas. Y quise flotar así, atravesar el espacio en un impulso dinámico, atravesar la realidad a mi verdadera velocidad y volverme de otro material. Guiada por la intuición identifiqué a quien me podía llevar a mi nueva densidad, a mi auténtica dimensión y ese día asumí mi identidad.
Decírselo a los padres
Llevaba ya un tiempo metida en este mundo, encontré otras sonrisas en las que verme reflejada. Me ayudaron a asumirlo, me enseñaron a soportarlo y cada sinsabor con creces se compensaba. Sin embargo, quedaba una cuenta pendiente, una zona gris, un equilibrio precario ¿Cómo explicar esta realidad a los que te ven desde la suya? Lo intenté con indirectas y con ejemplos lejanos, pero sólo funcionó la evidencia ineludible, el hecho consumado. Así que por fin me presenté con ella a la comida dominical, sin dar explicaciones, pero sin ocultar nada de lo que había ocurrido esa mañana. Fue doloroso oír los cuchicheos… ¿Qué hemos hecho mal? Esto no es normal ¿Dónde la llevaremos?
Cuando lo notaron en el trabajo
Está claro que cada uno interpreta los hechos según su óptica y de acuerdo con su realidad. Yo me vi absorbida por ella, que se volvió exigente y desdeñosa, que no apreciaba nada de lo que hiciera por ella ni agradecía lo que en ella gastaba. Fue así como los lunes se convirtieron en la dolorosa secuela de una entrega ingenua y generosa, tanto que no pasaba desapercibida: ese renquear quejumbroso, esa pérdida de peso, esa ensoñación abstraída. Cómo explicar a los malpensados que no me van los after ni las drogas. Al final tuve que revelar la verdad entre miradas de soslayo y cejas levantadas.
Fuera del armario
Fue un proceso lento pero ineluctable. Con las costumbres cambiaron las prioridades y todo lo acaparaba ella, burlona, egoísta, desalmada. Absorbió mi tiempo libre y mi casa y conquistó a mis amistades. Arañó con sus exigencias cada palmo de mi territorio y dio al traste con la Play, mis patines, mi violín y mi pecera. Hizo en definitiva toda mi vida anterior esfumarse por la ventana. Así que no digáis después que no os previne, fue así como, con todo su ajuar, sus complementos, las equipaciones de verano y las de invierno, mi bicicleta se convirtió…
… en la reina del armario!
Desde luego hay días que a quien ha urdido todo esto se le va la olla, se suelta la melena y nos regala días como el domingo pasado. Fuimos apareciendo, contentas y puntuales. Orgullosas y agradecidas. De muchas edades, de varios lugares, buscando color y poniendo la pincelada. La marcha fue tranquila y pausada, le fuimos buscando las cosquillas a la solemnidad del paisaje manchego y hasta Calatrava parecía más dicharachera y menos Vieja. El Puente de Hierro también nos recibió coquetón y hecho un mozalbete con el truquillo de las vallas para que te pares a mirar. Me intenté poner en el lugar de quien veía todo aquello por primera vez. Muy maja la gente que conocí en el camino, llenas de entusiasmo, un filón de energía renovable, un regalo sin sorteo. Por esa razón creo que debo contarlo…Sí, sería una traición callarme… Tengo que advertirlo…Debéis saber que…
Existen cosas que una comprende sobre sí misma mucho antes de saber incluso cómo explicarlas. Yo lo supe pronto y lo llevé conmigo, enmarañado entre todo lo demás. Sí, lo había visto en el cine, en la tele y en el extranjero, pero una gran zozobra me invadió cuando las vi en mi ciudad, aladas, ingrávidas y orgullosas. Y quise flotar así, atravesar el espacio en un impulso dinámico, atravesar la realidad a mi verdadera velocidad y volverme de otro material. Guiada por la intuición identifiqué a quien me podía llevar a mi nueva densidad, a mi auténtica dimensión y ese día asumí mi identidad.
Decírselo a los padres
Llevaba ya un tiempo metida en este mundo, encontré otras sonrisas en las que verme reflejada. Me ayudaron a asumirlo, me enseñaron a soportarlo y cada sinsabor con creces se compensaba. Sin embargo, quedaba una cuenta pendiente, una zona gris, un equilibrio precario ¿Cómo explicar esta realidad a los que te ven desde la suya? Lo intenté con indirectas y con ejemplos lejanos, pero sólo funcionó la evidencia ineludible, el hecho consumado. Así que por fin me presenté con ella a la comida dominical, sin dar explicaciones, pero sin ocultar nada de lo que había ocurrido esa mañana. Fue doloroso oír los cuchicheos… ¿Qué hemos hecho mal? Esto no es normal ¿Dónde la llevaremos?
Cuando lo notaron en el trabajo
Está claro que cada uno interpreta los hechos según su óptica y de acuerdo con su realidad. Yo me vi absorbida por ella, que se volvió exigente y desdeñosa, que no apreciaba nada de lo que hiciera por ella ni agradecía lo que en ella gastaba. Fue así como los lunes se convirtieron en la dolorosa secuela de una entrega ingenua y generosa, tanto que no pasaba desapercibida: ese renquear quejumbroso, esa pérdida de peso, esa ensoñación abstraída. Cómo explicar a los malpensados que no me van los after ni las drogas. Al final tuve que revelar la verdad entre miradas de soslayo y cejas levantadas.
Fuera del armario
Fue un proceso lento pero ineluctable. Con las costumbres cambiaron las prioridades y todo lo acaparaba ella, burlona, egoísta, desalmada. Absorbió mi tiempo libre y mi casa y conquistó a mis amistades. Arañó con sus exigencias cada palmo de mi territorio y dio al traste con la Play, mis patines, mi violín y mi pecera. Hizo en definitiva toda mi vida anterior esfumarse por la ventana. Así que no digáis después que no os previne, fue así como, con todo su ajuar, sus complementos, las equipaciones de verano y las de invierno, mi bicicleta se convirtió…
… en la reina del armario!
LA CRÓNICA ES BUENÍSIMA! ENHORABUENA POR EL ÉXITO DEL DOMINGO. EL PASO POR EL PUENTE DE HIERRO FUE UNA GOZADA! ESTO ES SOLO EL PRINCIPIO!
ResponderEliminarEntre este artículo y la ruta del domingo, me veo durmiendo en el garaje y la bicicleta de mi mujer en la cama. Al tiempo.
ResponderEliminarEnhorabuena a todos los implicados en "LaMariprao".
Como siempre, nuestra cronista oficial se sale. Plas, plas, plas... Creo que has reflejado perfectamente esta sana droga dura que se llama la bici. Chapeau.
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